22 febrero 2006

Hacia el Lago Negro

[...] El grupo se acercó a los cuerpos flotantes en la orilla del rio, y para su asombro, uno de ellos continuaba con vida.
Tras reanimarse, el superviviente llamado Wotan, parecía bastante alterado, parece ser que se encontraba de guardia en un campamento, y resultó atacado a traición por unos Giaks. Su mayor deseo en ese momento era averiguar el destino de sus compañeros, por lo que emprendió la marcha hacia dicho lugar. El resto del grupo le acompañó por si necesitaba ayuda.
El campamento se encontraba en un pequeño y oculto cañón en la maleza, una grieta en el bosque, que si no fuera por el guía, nunca habrían encontrado.
El interior de dicho cañón era una carnicería, cuerpos despedazados y a medio devorar se encontraban por doquier. Tras el impacto inicial por la muerte de algunos de sus compañeros, Wotan pudo percatarse de que entre los muertos no se encontraban todos los que habitaban el campamento, algunos debían seguir vivos. Comenzaron a inspeccionar la zona, estudiando los rastros y huellas del ataque, finalmente dedujeron que el grupo atacante formado por Giaks y Lobos infernales, se habían llevado hacia el noreste un buen número de prisioneros, incluidos mujeres y niños.
Esta nueva información bastó para que Wotan, el mulo, Cornellius y el monje decidieran perseguir a los Giaks, para rescatar a los prisioneros, sin embargo Tavik, Nuvellen y Néon, decidieron no cambiar su deseo inicial de seguir rumbo a Bertland, para de allí seguir hacia el Imperio y llevar la información de todo lo que habían visto, y de paso escoltar hasta lugar seguro la familia que encontraron el otro día en la granja arrasada.
Tras una emotiva despedida, el grupo que iba hacia el Imperio se marchó, quedandose en el campamento los que se disponían a seguir a los Giaks. Mientras estaban allí esperando para retomar fuerzas para la persecución Wotan les contó la historia de su familia, y de como llegó a esta situación. Como Vushep del clan Findal, unió sus fuerzas a la de los Giaks, para obtener el poder sobre todos los clanes norteños, eliminando a todos los que se oponían a sus designios. De como esto ha generado numerosas rupturas y luchas fraticidas, entre los clanes que seguían apoyando a Vushep, y los que le consideraban un loco peligroso, adorador del "Abismo".
Mientras estaba en mitad del relato, un leve movimiento en lo alto del cañón desveló un atacante. Gracias a esto pudieron moverse a tiempo y esquivar algunos proyectiles, pese a lo cual, el mulo se vió empalado por tres saetas negras... la risa histerica de los Giaks, se repitió por las paredes del cañón.
Nuestros amigos se ocultaron en unas pequeñas cavernas provocadas por el antiguo cauce del rio, manteniendose a salvo de los tiradores. El mulo, se encontraba malherido, pero aun consciente, y furibundo.
A los pocos minutos, unos lobos infernales montados por sus respectivos jinetes Giaks, aparecieron por el cañón. Tras una arriesgada y sangirenta escaramuza contra los lobos, consiguieron hacerlos huir por donde habían venido, pero una vez más el monje tuvo que hacer uso de sus habilidades curativas, sobre el mulo y Cornellius, que resultaron gravemente heridos. Por ello quedó exhausto y fue necesario descansar, pero esta vez lejos del cañón, y así evitar nuevas emboscadas.

Por fin, a la mañana siguiente comenzaron la persecución del nutrido grupo de Giaks, que llevaba consigo a los supervivientes de la masacre del campamento. Les llevaban un día de ventaja, y la tarea no iba a ser fácil. Cuando llegaba la noche, nuestros heroes caían rendidos en sus sacos de dormir, tras la larga marcha. Así pasaron los días, andando por los bosques, subiendo lomas, buscando sendas que acortaran la distancia. De vez en cuando encontraban los restos de algún prisionero, medio devorado por los lobos, que probablemente no pudo seguir el ritmo marcado por los Giaks. Loa primeroa fueron niños, luego mujeres, y ahora incluso algun hombre.
Estudiando el rastro dejado por los Giaks, podían ver que otros grupos se unían a la partida inicial, añadiendo más fuerzas y más prisioneros, en total sumaban más de 50 de esta criaturas, y más de 20 prisioneros. Afortunadamente la fatiga no les dejaba pensar en que iban a hacer en el caso de que se encontraran finalmente con ellos.
Una mañana vieron la polvareda inconfundible de un grupo de jinetes, nuestros heroes se ocultaron tras una hondonada, para estudiar si atacaban o no. Los jinetes eran 10 norteños, de los cuales 2 iban pertrechados con cotas de anillos y lanzas de caballería, Wotan los reconoció por sus escudos como aliados de Vushep. Su elevado número, su imponente porte, y las heridas que aun mantenían alguno de los personajes ocultos, les decantaron por dejarles pasar sin atacarles...
Y así seguían pasando los días hasta que tras 10 amaneceres, por fin vieron algo distinto, el Lago Negro.

A unas 30 millas, bajando por una gran ladera, una vasta extensión de oscuras aguas, casi negras, de la que no se ve la otra orilla. Tardarían aún un día en llegar hasta allí, pero junto al gran lago se podía ver un nutrido grupo, presumiblemente el grupo al que persiguen y que les lleva una ventaja de varias horas de viaje. Esto les insufla algo de ánimo y prosiguen la marcha, esperanzados.
Mientras bajaban por la ladera, con cuidado de no ser vistos, se percataron de que un pequeño grupo de jinetes pasó junto a los Giaks, sin que estos parecieran molestarse. Estos jinetes subían la ladera en dirección a nuestros amigos. Parecían jinetes norteños, uno de los cuales debía de ser de alto rango, pues llevaba cota de anillos y lanza de caballería, el resto hasta contar seis en total, parecían aguerridos soldados.
El grupo decidió ocultarse y esperar a la noche, para emboscar a los jinetes cuando acamparan. Dicho y hecho, amparados por la oscuridad, se aproximaron a la zona donde los jinetes se pararon a descansar, y cuando estimaron que la distancia era la adecuada, comenzó un implacable ataque. De los seis jinetes, había dos de guardia, uno de los cuales logró frenar momentaneamente al mulo con diestros golpes de su lanza, Cornellius, ayudó dejándolo fuera de combate de un diestro golpe en la pierna del norteño.
Pese a que los norteños lucharon con bravura, la ventaja de la sorpresa, y el hecho de estar recién despertados y sin armadura, no tardó en decantar la balanza hacia los asaltantes nocturnos.
Wotan no paró de usar su arco durante el combate no dando un respiro a los sorprendidos jinetes.
El monje con sus mortales lanzas, dejó primero fuera de combate al lider antes de que llegase a ponerse en pie, y persiguió y acosó a los que intentaban huir hacia los caballos, con la ayuda de Cornellius.
El mulo por segunda vez en pocos días se encontraba gravemente herido por un golpe de mala suerte que casi lo atraviesa de parte a parte, pero vivo.

Finalmente solo dos jinetes sobrevivieron al ataque, aunque yacen incoscientes y mortalmente heridos en el suelo.

16 febrero 2006

Artefactos de Raabe: Los anillos del absoluto entendimiento

Son tres bellos anillos de oro con una gema incrustada, cada una de las cuales es distinta a las demás solo por el color. En origen estos anillos vienen en un estuche de madera con incrustaciones de cuarzo de los mismos tres colores que las gemas de los anillos. Los poderes atribuidos a estos tres anillos son distintos aunque con un denominador común, permitir el absoluto entendimiento...

- El anillo de la gema azul, permitirá entender cualquier idioma que se escuche. Los efectos tardan unos segundos desde que se empieza a escuchar el idioma desconocido, hasta que el anillo comienza a traducir, por lo que es normal, que una vez activado las primeras palabras no se escuchen correctamente, pero funcionando perfectamente durante el tiempo deseado, o hasta que el usuario se sienta extrañamente fatigado por el uso de estos poderes.

- El anillo de la gema verde, permite entender cualquier idioma que esté escrito, se debe saber leer pues el efecto que produce es convertir el texto en el lenguaje nativo del usuario, solo a sus ojos. Este efecto tarda unos segundos en activarse, como si el anillo, primero tuviera que averiguar que idoma es el que trata de traducir, y a que otro idioma debe traducirlo. Su uso fatigará misteriosamente a su usuario en pocos minutos.

- El anillo de la gema roja, permite que al hablar las palabras suenen en el idioma deseado. Durante los primeros segundos, tras la activación del anillo, el usuario tartamudeará un poco, hasta que el anillo interpreta el idioma al que se quieren traducir las palabras, tras estos segundos, el lenguaje fluye suavemente, durante unos minutos, hasta que la misma misteriosa fatiga agote al usuario.

Es importante destacar, que se pueden anular los efectos cuando el usuario desee, momento en el que el entendimiento desaparecerá de la misma manera que apareció. Tambien cabe destacar, que cuando alguno de los anillos está en uso, un leve fulgor iluminará la gema que lo adorna.
Y por último pero no por ello poco importante, para usar el anillo, éste debe estar colocado en un dedo, y visible, es decir, oculto bajo un guante, no funciona.

Para activar su uso se debe tocar levemente el cristal del anillo que se desea activar, con el dedo anular y susurrar las palabra “desvélame el secreto de las palabras”.

Aunque aparentemente poco significativos, estos anillos son un poderoso aliado, al librarse de una gran barrera que separa unas civilizaciones de otras, el idioma.

Extraído de la obra del maestro Cusano. "De docta ignorantia Ars auriferae"

15 febrero 2006

Lugares de Raabe

Raabe es un gran continente, y existen numerosos lugares dignos de mención, bien sea por sus maravillas incomparables, o por el misterio que encierran. Pasen, disfruten y maravillense con las vistas de ...

Crónica de los granjeros

En los puestos fronterizos, existe una historia muy solicitada a los trovadores que por alli pasan, las aventuras de los rudos colonos. Donde se cuentan las historias de un grupo de colonos que se enfrentan a toda clase de peligros mientras intentan establecerse.

Crónica de los guerreros

En las frias noches de guardia, tanto los legionarios imperiales, como los guerreros norteños, gustan de disfrutar de una buena historia, y para ellos, la mejor es sin duda la crónica de los guerreros, donde un grupo de variopintos guerreros, se enfrentan a toda clase de peligros para salvar el mundo de oscuro manto que se cierne sobre él.

Crónica de los elegidos

De todas las crónicas que se narran en las tabernas y posadas a lo largo de Raabe, la que más entretiene a los lugareños, es la que cuenta la historia de un grupo de elegidos que buscaban respuestas y soluciones en la época más oscura de Raabe.

Artefactos

A lo largo de los siglos de historia del continente Raabio, muchos han sido los estudiosos de las artes arcanas que durante su vida aportaron al mundo una serie de artefactos para hacerles la vida más fácil. La mayoría se han perdido en los oceanos del tiempo, pero algunos aun hoy, sobreviven:

Criaturas de Raabe

Multitud de criaturas pueblan Raabe, algunas beneficiosas para sus habitantes y otras dañinas y malignas, aqui se iran publicando descripciones de algunas de ellas.

10 febrero 2006

Prólogo

La luz se filtra entre las altas copas de los árboles, creando un bello juego de colores, con el agua del gran río Aloe. La tranquilidad natural del bosque sólo es interrumpida por el sonido de las pisadas, de un pequeño y variopinto grupo de hombres que avanzan en fila entre la espesura creando una senda a su paso.
Observando el grupo más de cerca se cuentan como una decena, de entre los que se pueden ver algunos niños, una mujer, y varios hombres fuertemente armados. No se percibe ningún blasón, ni distintivo reconocible, en ellos. Avanzan silenciosos y decididos, pero con la intranquilidad propia de cualquiera que se mueva en estos oscuros tiempos por el mundo.

A una señal del que va en cabeza la fila se detiene y se agacha, algo flota por el río bajando con la corriente.

Un siniestro desfile de cadáveres empalados en saetas negras con plumas de cuervo, cruzan ante ellos, flotando y llevados por la corriente, desaparecen con la misma velocidad que aparecieron, dejando una oscura mancha escarlata en el río y una sombra en los rostros de los observan la escena.

Un par de esos cuerpos han quedado enganchados en la orilla del río, entre las raíces de un viejo sauce, la corriente les hace moverse con un macabro bamboleo...

06 febrero 2006

Crónica: Saliendo de las cavernas Infernales (y II)

Queridos amigos seguiremos narrando las aventuras que quedaron en suspenso, de nuestros intrépidos heroes, aquellos que se encuentran en las profundidades de la misma tierra, huyendo y luchando cara a cara contra los servidores de la oscuridad. Sin más preámbulo dejo de parlotear y comienzo a narrar....

Dejada atrás la masacre, el peculiar grupo de guerreros formado por El mulo, Neon, Cornellius, el monje, Tavik y Falwik, prosiguieron montados en las vagonetas tunel arriba. Pasadas las horas y en previsión de una persecución inminente, dado el rastro dejado a su paso, se bajaron de su "comodo" medio de transporte para tomar un tunel transversal de menor tamaño. De esta manera fueron cambiando de tuneles para intentar despistar a todo posible perseguidor, hasta que, previsiblemente, un par de días después, se encontraron con un nuevo ensanchamiento de un tunel desde el cual se oian los iconfundibles aullidos de esas sucias criaturas que son los Giaks.
Se adelantaron Neon y Cornellius para investigar, y para su regocijo una ráfaga de aire fresco anunciaba el final del tunel, y una posible salida del infierno subterraneo en el que se encontraban. En una pequeña caverna se encontraban dos trolls dentro de unas fuertes jaulas metálicas, y más allá la luz del día.
El mulo no tardó en empalar con su mandoble a los dos trolls encerrados, y ya más tranquilos salieron a ver la luz del día.
El espectáculo no era muy alentador, la caverna daba al interior de un fuerte giak con una empalizada de tres metros de alto. Entre la salida de la caverna y la empalizada, diez extrañas construcciones a modo de gigantescos hormigueros hacían las veces de viviendas o dormitorios de estas repugnantes criaturas, además un hormiguero de mayor tamaño se encontraba en el centro del fuerte, posiblemente el dormitorio del jefe de este fuerte. También había una especie de cercado que contenía en su interior a cinco horribles y enormes lobos negros de siniestro aspecto.
La empalizada estaba custodiada por giaks en constante guardia, la única ventaja apreciable, era que la vigilancia parecía estar centrada hacia el exterior del fuerte, no hacia el interior.

Una amplia discusión sobre que hacer a continuación se extendió durante varías horas, mientras el sol bajaba hacía su ocaso, se propusieron varias opciones:
- Quedarse escondidos hasta la mañana en el interior de la caverna, eliminando a todo giak que se adentrase en la cueva, y por la mañana aprovechando la luz del día, intentar una huida.
- Salir lo antes posible, aprovechando la poca luz que queda, y así pillar por sorpresa a estas viles criaturas.
- Entrar en la construcción mayor, esperando encontrar en su interior al jefe y secuestrarlo para usarlo como rehen.
Al final contra la opinión de mulo y Cornellius, se decantó hacia la segunda opción. Se señaló un risco que sobresalía a lo lejos sobre el manto de arboles como posible punto de encuentro en caso de disgregación del grupo, y se comenzó poco a poco a salir aprovechando las sombras de la pared de la cueva.
Todo el grupo menos el mulo salió en una dirección, saliendo éste en dirección contraria. Llegaron sin problemas a una zonda de almacenaje, donde había carros, herramientas, y otros utensilios apiñados a la sombra de un tejadillo. Cuando se disponían a seguir andando, un Giak a unos 10 metros de allí dio la alarma señalando con su mugriento dedo en dirección al grupo.
Todos a excepción de Cornellius y el Mulo (que se encontraba a varios metros de allí), salieron corriendo, hacia la empalizada, aprovechando el desconcierto de los vigilantes que no esperaban un ataque desde atras, consiguieron llegar a la empalizada y saltar derribando a un par de Giaks, por el camino, cuando el último de los corredores, saltaba la empalizada, otro Giak descubrió a Cornellius, que hallábase oculto tras un carromato. Empezó a correr hacía las construcciones giak, esquivandolos con gráciles saltos, y quiebros espectaculares, rodeando los enormes hormigueros, acabó llegando a la empalizada, pero cuando se encontraba en la plataforma de los vigias dispuesto a saltar hacia el otro lado, un giak traicionero le embistió por la espalda haciendole caer. En este momento el mulo, salió de su escondite, para acudir en ayuda del pobre muchacho. A partir de aqui comenzó la carnicería, varios golpes propinados por los Giaks, que lo tenían rodeado, le hacían sangrar por numerosas heridas, haciendo uso de una sorprendente fuerza de voluntad consiguió saltar hacia el otro lado de la empalizada, con tan mala suerte que cayó sobre su brazo derecho, rompiéndoselo. Mientras se levantaba, los ballesteros apostados en la empalizada y en las torres de vigía, comenzaron a dispararle, acertándole varias veces en brazos, y manos. El mulo mientras tanto consiguió evitar a todos los giaks que intentaron cerrarle el paso, e invocando el poder de Gongar (su dios) saltó la empalizada, mientras los alfanjes de sus enemigos silbaban a su alrededor. Así ambos compañeros juntos se alejaron de la empalizada mientras los ballesteros continuaban disparando, impactando una vez más en el pobre Cornellius... finalmente llegaron al refugio del bosque donde tras unos pocos metros más Cornellius, cayó incosciente como consecuencia de sus numerosas heridas. Mulo le cargó sobre sus hombros, y siguió avanzando hacia el punto de reunión.

Durante la huida, unos siniestros aullidos iban poco a poco acortando las distancias, hasta que finalmente una pareja de enormes lobos negros montados por dos pequeños giaks, aparecieron entre los arboles, el mulo soltó a Cornellius y se dispuso a enfrentarse a estas temibles criaturas.
Empuñando en una mano un hacha y en la otra un espada, esperó hasta poder oler el espeso aliento de sus repugnantes fauces, hasta ver el amarillo de sus ojos sedientos de sangre, y entonces arrojó el hacha, que acabó incrustándose en el velludo craneo de una de las bestias, que cayó estrepitosamente al suelo aplastando a su jinete. El otro lobo infernal pasó a su lado, dando oportunidad a su jinete de intentar ensartar con su lanza al mulo, pero este logró esquivar el golpe, dandole tiempo a recoger el hacha y esperar de nuevo a la criatura. Pero el giak y su montura no se acercaron, temerosos del poderoso negro, se mantuvieron al margen mientras con un cuerno, llamaba a sus compañeros. El negro pactó con el giak para que dejase el cuerno a cambio de unas monedas de oro. El giak movido por la avaricia cedió al trato, y cuando dejó el cuerno y fue hacia las monedas, el negro lo espantó quedandose pues, con el cuerno y el dinero...

Unas horas despues, llegaron al punto de encuentro donde el resto de los compañeros esperaban. Una vez más el monje hizo uso de sus habilidades místicas para sanar parcialmente las heridas del pobre Cornellius, que permanecía inconsciente. Montaron una camilla improvisada, con unas pieles de troll que el mulo portaba, y siguieron la marcha, para alejarse de sus perseguidores y para buscar un río que les ayudara a orientarse, pues desconocían en que parte de Raabe se encontraban.
Al día siguiente, gracias a las milagrosas artes del monje, Cornellius recuperó la consciencia, y llegaron a un pequeño torrente, que fueron siguiendo hasta encontrar un río mayor, que a su vez les condujo hasta un gran río que finalmente reconocieron como el Aloe, es decir, que se encontraban al norte de la Espina, ¡habían cruzado la gran cordillera por debajo!
Ante esta nueva perspectiva decidieron seguir rio abajo hasta llegar a alguna ciudad, pero lo que encontraron fueron los signos de la devastación propia de los giaks, granjas arrasadas, hombres, mujeres y niños cruelmente asesinados. Durante el camino, un grupo de supervivientes se han unido al grupo, formado por una mujer y tres niños, cuya familia fue exterminada. Estos supervivientes, aportaron nueva información a nuestros heroes, parece que un señor de los reinos del norte se ha aliado con las oscuras fuerzas que rigen a los Giaks, su nombre Lord Vushep del clan Findal, señor de la fortaleza de Cabeza del Lobo y de la ciudad de Lakoburgo...